Por Saúl Castro
A decir de José Joaquín Blanco “formaban el estridentismo un poeta, Manuel Maples Arce, y muchos que no lo eran como Arqueles Vela, List Arzubide, Luis Quintanilla y Salvador Gallardo”[1]
Se le puede discutir a Blanco su ánimo lapidario, pero no su falta de rigor. El Estridentismo se veía así mismo como ruido, como método, aunque de un tiempo para acá, parezca más un nicho de mercado.
Para Manuel Maples Arce, el único de los poetas del grupo –según Blanco- “El estridentismo es una razón de estrategia. Un gesto. Una irrupción”[2]. Aunque en entrevista con Roberto Bolaño el poeta veracruzano lo niegue[3], las influencias en su poesía son identificables: el futurismo de Marinetti, el dadaísmo y el creacionismo de Huidobro.
Para el estridentismo la aspiración de fundir todo el movimiento de la vanguardia poética con una ideología radical, revolucionaria y política, convergía siempre en un afán iconoclasta: “Muera el cura Hidalgo”, “Abajo San Rafael”.[4]
Maples Arce y el estridentismo deseaba un cambio radical, la muerte de lo convencional que, para ellos, representaba el estudio de la literatura clásica y su antecedente inmediato expresado en el movimiento modernista. Se percibían así mismos como la vanguardia y, en contradicción con sus afanes libertarios, como juzgadores de la calidad literaria cuyos parámetros se regían a partir de sus calificativos favoritos: caduco, conservador, privilegiado, en clara alusión “al grupo sin grupo” de los Contemporáneos, que -a decir de Blanco- eran los verdaderos ruidosos: “los silenciosos contemporáneos provocaron tal ruido que fueron perseguidos por homosexuales y arrojados de sus empleos, procesada una de sus revistas”[5] y aludidos con versos festejados por el “progresismo” como “los asalta braguetas literarios nada comprenderán de esta belleza sudorosa del siglo”[6]. Sobra decir que, para los estridentistas, los contemporáneos les representaban resistencia, crítica fundada y pluralidad ante una “dictadura del proletariado” también en el mundo del arte.
“El movimiento -dice Monsiváis- cobra la importancia que le otorga la premura provinciana de incorporarse a la moda estética y política de los veintes. Su ambición se nutre de la pobreza cultural del país, de la posibilidad de ser ellos la genuina forma cultural de la Revolución. Eso los conduce a la ingenuidad y al autoelogio”[7]
Para José Luis Martínez, no es más que una “réplica mexicana del ultraísmo o del futurismo europeo”[8] Una reacción contra la literatura y particularmente la poesía “de la alta cultura”, es decir, de los Contemporáneos y los “vicios” del modernismo; al mismo tiempo que convocaban a los nuevos escritores a la revolución poética y en contra de lo que consideraban establecido y caduco. A decir de Martínez “ello puede explicar que de pronto sus integrantes disolvieran sus inciertas teorías estéticas en opiniones simplemente políticas”.[9] Y en política está comprobado que nombrar lo “caduco” y reaccionar a lo “establecido” suma voluntades, señalar a “conservadores” endosa de manera automática un estandarte de progreso, de autenticidad y de renovación, aunque no lo sea.
No por ello debe entenderse que el estridentismo carece de mérito alguno, Maples Arce representa lo mejor del grupo en el plano poético. Octavio Paz describe su literatura “contra el tradicional concepto de la eternidad de la poesía, mantuvo su idea de reflejar los grandes dolores de la época, las cóleras, las rebeldías, los sudores oscuros y las tragedias que devastan las estaciones y los seres a las puertas blindadas de nuestro tiempo”.[10] Paz ejerce la crítica desde la alegoría y la metáfora.
La diferencia entre Maples Arce y los estridentistas, sin dejo de ironía, es que Maples Arce se puede leer:
Revolución (fragmento)
Viento, dictadura
de hierro
que estremece las confederaciones!
Oh las muchedumbres
azules
y sonoras, que suben
hasta los corazones!
Hay en Maples Arce una potencia que tiene su origen en el talento y la disciplina de lecturas que negó frente a sus compañeros de manifiesto. Atento lector de Reyes, Borges, Vallejo y de los clásicos de la lengua española Quevedo, Góngora[11] y Lope de Vega, el valor de la poesía de Maples Arce no se sustenta en su reacción, el valor se sustenta en su propia poesía, aunque muchos, incluso él mismo, piensen lo contrario. De ahí que todavía en círculos lectores, y en el arte en general, los grupos que se autonombran como representantes de la ruptura o la marginalidad son fuertemente apreciados.
El manejo del humor, la irreverencia, el rechazo del pasado, la burla a “los consagrados”, la búsqueda de la democratización de la cultura en las clases populares, no exime a Maples Arce, o a ninguno del estridentismo, al rigor de la crítica. La adjetivación de la literatura no garantiza la calidad de la literatura, la crónica de los movimientos no debe confundirse con la validación de la calidad de las obras que generan.
Al final de su vida, Maples Arce, parece darle una menor importancia al movimiento que fundó a principios de siglo. ¿Cree en la vanguardia como motor del arte? –Pregunta Roberto Bolaño en la entrevista citada-
-Sí, pero no de manera absoluta… estas fuerzas actúan como agentes de inquietud en influyen estilísticamente. Pero no son determinantes de cambios en el arte. Esos cambios son el resultado de una creación genial.[12]
[1] Blanco, José Joaquín. Crónica de la poesía mexicana. Universidad Autónoma de Sinaloa, México, 1979.
[2] Maples Arce, Manuel. Actual No. 1, 1921.
[3] Bolaño, Roberto. “Tres estridentistas en 1976” en Plural No. 62, México, 1976.
[4] Maples Arce. op. cit.
[5] Blanco, José Joaquín. op cit.
[6] Maples Arce, Manuel. Urbe. Poema Súper Poema Bolchevique en 5 Cantos.
[7] Monsiváis, Carlos. “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”. En Historia General de México. Colmex, 2016.
[8] Martínez, José Luis. “La literatura de vanguardia” en Literatura Mexicana Siglo XX. 1910-1949. Conaculta, México, 2001.
[9] Ibídem
[10] Aridjis, Homero; Chumacero, Alí; Pacheco, José Emilio; Paz, Octavio. Poesía en Movimiento. Editorial Siglo XXI, México, 2006
[11] Bolaño, Roberto. op. cit
[12] Bolaño, Roberto. op. cit.